UN EDIFICIO ENFERMO DE MUERTES

TEMOR por el FALLECIMIENTO de CÁNCER
de dos profesores con despachos vecinos en un viejo pabellón prefabricado

Se detectó polvo de lana de roca y fibra de vidrio en los despachos del profesorado

¿Ha muerto alguien más en el edificio?», preguntó un amigo de Rodrigo Peruga el día de su entierro. «Sí que hubo otro profesor, uno de contabilidad qué había sido interventor del Ejército, que...».

La misma tos, la misma enfermedad, la misma muerte.

Ambos rondaban los 40 años, no fumaban, llevaban una vida sana y, en sus despachos vecinos, respiraban el mismo aire acondicionado.

Unos pocos pasos les separaron durante años en la tercera planta del ala norte del Prefabricado, el viejo edificio de la Facultad de Económicas de la Complutense en el campus madrileño de Somosaguas.

Tampoco la muerte les alejó. Apenas ocho meses distan entre el primer cáncer de pulmón que se llevó al profesor asociado Gregorio Merino Rubio, el 14 de febrero de 1999, y el que truncó, el 1 de octubre, la brillante carrera de Rodrigo Peruga.

Esta es la historia de un edificio bajo sospecha, de unas obras de reforma en las que la Universidad gastó casi 500 millones y que un experto no duda en calificar de "chapuza monumental".

Y la historia también de cómo las muertes sucesivas de dos profesores (un tercero, Ricardo Preciado, tenía su despacho en otro edificio) pone en cuarentena a un viejo inmueble prefabricado que el franquismo construyó aprisa y corriendo para apartar del campus de la Complutense a los estudiantes más contestatarios.

¿ Puede matar un edificio enfermo en le que sus ocupantes respiran polvo de lana de roca y de fibra de vidrio?.

Desde aquel viernes de funeral, informes sobre el aire acondicionado, opiniones que hablan de causa-efecto sin más fundamento científico que las convicciones personales y una prudente inquietud recorren sus pasillos.

Desde el rectorado, que como medida preventiva ha ordenado que no se encienda la calefacción, se asegura que no hay motivos para la alarma.
 
 

EL PABELLON NORTE

Una inspección encarga precisamente por el propio directorio universitario con vistas a decidir si merecía la pena mantener el viejo edificio o construir uno nuevo ha sentenciado que el Prefabricado presenta tales deficiencias en sus sistemas de ventilación y climatización que " no garantizan unas condiciones ambientales higiénicamente aceptables".

Los conductos del aire acondicionado vierten a los despachos sustancias nocivas (partículas microscópicas de landa de roca y fibra de vidrio) desprendidas de los sobretechos y tabiques de la construcción.

La coincidencia del último deceso y la aparición, dos semanas después, del estudio técnico - varapalo a los responsables de las obras de 1993: «el mal acabado pone en evidencia las deficiencias de control, supervisión y recepción de las mismas» - han provocado que cunda el pánico entre colegas del difunto.

Hasta el Rector de la Universidad, Rafael Puyol, se vio obligado a ir a la facultad de Económicas acompañado del gerente general, Dionisio Ramos (vicegerente de obras cuando la reforma del 93), para dar explicaciones.

Según ellos, los defectos detectados sólo pueden llegar a provocar afecciones respiratorias leves.

Una nueva investigación ya está en marcha, encargada ésta por la Decana de Económicas, María Teresa López<<<. "Personal del Instituto Nacional de Salud y Seguridad del Ministerio de Trabajo ha venido para hacer una valoración del grado de insalubridad del aire. Si confirmaran que es insalubre, que nadie dude que lo desalojaríamos".

El prefabricado es uno de los ocho edificios de la Facultad. Su historia arranca en 1968. El franquismo decidió separar las facultades de Filosofía y Económicas.

Para los alumnos de la última construyó una mole prefabricada al otro lado de la carretera de la Coruña, en lo que después será el campus de Somosaguas. Pronto el edificio, masificado con hasta 6.500 estudiantes, empezó a vibrar.

Los primeros años 90' transcurrieron entre denuncias por la inseguridad del aulario.

" No saltar que se cae", gritaban los estudiantes.

Hasta el Defensor del Pueblo interpeló a la Complutense. Un informe vino a confirmar algunos temores: aunque no existía riesgo de derrumbe, había zonas donde no era conveniente que se concentraran muchos alumnos a la vez.

El 93 fue el año de las obras.

El equipo rectoral eligió a Geocisa, empresa del grupo Dragados que había auscultado la edificación para la reforma de un ala (la norte).

Reforzadas las estructuras, se cambia la calefacción y se mete aire acondicionado.

Reubicados los alumnos, la zona climatizada queda en adelante para despachos de profesores.
 
 

EL INFORME

A principios de este año el rectorado solicitó verbalmente (¿extraoficialmente?) a la empresa Técnicas y Servicios de Ingeniería (TSI) un informe sobre los viejos pabellones.

Según Dionisio Ramos, gerente de Puyol y antes vicegerente de obras con Villapalos, disponían de entre 700 y 800 millones " para lo que quedó sin rehabilitar en 1994".

Hay quien quiere ver tras el encargo otras oscuras razones, y apunta que no se entienden tantos millones en un momento en el que la Complutense está en números rojos. ¿Por qué también se manda revisar la parte del edificio rehabilitada hacía sólo seis años?

En un adelanto de información al rectorado, los técnicos contratados despejan una primera incógnita: en El Prefabricado no hay amianto (altamente cancerígeno).

Para los análisis del polvo recogido en despachos de profesores del ala norte, TSI requirió a su vez los servicios del instituto Eugenio Torroja, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Aunque ultimado en julio, el informe no entra en la Universidad (de una manera inusual, pues pasó por el registro del rectorado para que quedase constancia documental de su entrega) hasta el 15 de octubre.

Sus conclusiones, que ponen en entredicho la reforma de 1993, con los consiguientes problemas medioambientales que resultan de ello, son contundentes: "Las deficiencias de las obras de reforma acometidas no garantizan unas condiciones ambientales higiénicamente aceptables para los ocupantes".

Los motivos, entre otros muchos: las estructuras metálicas "no se cubrieron con mortero ignífugo, como figuraba en el proyecto, sino con lana de roca proyectada sin aplicación posterior de endurecedor"; ese material, y la fibra de vidrio de los aislamientos, aparece disgregado en partículas que la instalación de climatización expulsa a los despachos.

Mientras no se subsanen las deficiencias (sanitarias y de seguridad) detectadas, el informe recomienda que "con carácter inmediato deberían adoptarse medidas que reduzcan el tiempo de presencia de personas en la zona afectada" (principalmente, la tercera planta del ala norte del prefabricado, donde tenían sus despachos Peruga y Merino).
 
 

EL CÁNCER

Un cáncer de pulmón es la enfermedad que acabó con la vida de Rodrigo Peruga y que ha encendido las alarmas. Nacido en Zaragoza, con un padre (fallecido) médico y un hermano en la Organización Mundial de la Salud en Washington, Peruga culminó sus estudios en EEUU. Se doctoró en el prestigioso departamento de Econometría de la Universidad de San Diego, y luego pasó seis años como profesor en Bloomington, Indiana.

A la Facultad de Madrid llegó en 1994 (volvió a España por su padre, enfermo de corazón).

En el Prefabricado ocupaba el despacho 322-N.

"No me atrevo a ir más allá", dice un amigo, "pero al Rodri le mató el tiempo que pasó allí encerrado".

Lo cierto es que el profesor, que años atrás fue subdirector del colegio mayor San Juan Evangelista (El Johnny), nunca fumó.

Era tan beligerante con el tabaco, que no toleraba que ningún profesor fumara en las reuniones.

Este año, tras un viaje a EEUU en Navidad, Peruga empezó a padecer trombos y una tos que ya nunca le abandonaría. La enfermedad (adenocarcinoma pulmonar) le fue diagnosticada enseguida.

El día de su muerte, otro colega de su facultad fallecía de parecida dolencia.

Nadie lo supo entonces en el funeral, pero sí corrió el rumor de que meses atrás un tercer profesor, vecino de despacho de Peruga, fue fulminado por la misma dolencia.

En menos de un año, tres profesores (bien es cierto que uno de ellos tenía su despacho en otro edificio) cayeron víctimas del cáncer de pulmón.

El epidemiólogo de la Escuela Nacional de Salud de Francia Bernad Junot, al que un profesor de Zaragoza que trabaja con él le expuso lo ocurrido con detalle, sostiene que la probabilidad de que estos hechos concretos (3 fallecidos de cáncer de pulmón entre 400 profesores) sean producto de una casualidad es menor que cuatro entre mil millones.
 
 

Artículo publicado en el Diario "El Mundo" Suplemento Crónica del domingo 14/11/99.


ccoo@upvnet.upv.es ## Comisiones Obreras en la Universidad Politécnica de Valencia


Volver al inicio de la WEB Volver a la página principal Acceso al servidor de la UPV Universidad Politécnica de Valencia