¿ES LA UPV UNA UNIVERSIDAD SALUDABLE?

Muy probablemente seáis conocedores de que la UPV pertenece a la denominada Red Valenciana de Universidades Saludables, desde hace ya unos cuantos años. Menos probable es que sepáis que la edad promedio del personal que trabaja en la UPV ronda los 55 años, por lo que gran parte de su vida laboral la han desempeñado en el seno de la UPV. Por tanto, no se puede o no se debería separar el concepto de saludable (salud), de las tareas y de los entornos de trabajo en los que la plantilla de la UPV desempeña sus labores, independientemente del tipo de tareas que realicen, bien sean éstas más administrativas o más técnicas.

Esta relación entre salud y trabajo es una cuestión crítica que no puede ser continuamente apartada de la agenda directiva de la UPV, que parece dedicarse más a los gestos y a las performances que a la verdadera persecución de la implantación de una cultura preventiva que garantizase la salud de las personas, tal y como le exige la Ley de Prevención de Riesgos Laborales al considerar a la UPV como empleadora pública.

Para con esta obligación legal, que asumen con nombre y apellidos los funcionarios sobre los que recae realmente el gobierno, el mando, la dirección y la toma de decisión, que desde arriba comienza por el Rector, consideramos como sindicato que NO ha sido hasta la fecha correctamente diagnosticada (estado de situación), y la consideramos deficientemente dotada.

En primer lugar, cuando decimos que NO ha sido correctamente diagnosticada, juzgamos que, sobre el compendio de Reales Decretos en materia de prevención de riesgos laborales y vigilancia de la salud, todos ellos de obligado cumplimiento, que hay publicados desde hace casi 25 años en este país, y que están relacionados con la protección de la salud, siendo algunos de ellos de importancia extrema, no se ha hecho un verdadero diagnóstico: serio, profundo y riguroso del estado del nivel cumplimiento de las obligaciones legales que debe asumir la UPV (repetimos: desde hace 25 años). Se hizo hace unos dos años “algo”, concretamente un diagnóstico muy superficial y poco profundo, pero a la vista de lo que dicho documento “dejó fuera”, no podemos ni vamos a aceptarlo como definitivo: ni a medio ni a corto plazo. Para remediar la carencia de información, sólo hay que tener la voluntad (directiva) de querer hacerlo con rigor y seriedad, esto es: mediante una verdaderamente exhaustiva y profesional auditoría externa, clara y transparente.

En segundo lugar, cuando decimos deficientemente dotada, exponemos que es imposible saber cuántos recursos hay que destinar si previamente no se conoce cuál es el verdadero estado de situación -y volvemos a lo que os hemos expuesto en el punto anterior- y a la magnitud de las tareas a abordar, pero de lo que estamos seguros es que los recursos humanos y materiales que han dispuesto las personas que han dirigido la UPV durante los últimos 25 años han sido evidentemente muy insuficientes, tanto en cantidad como en estructura organizativa.

Imaginaos que hay que construir un edificio. Se supone que ninguna cabeza sana o mínimamente seria construiría un edificio sin saber a qué uso va destinado o cuántas personas lo ocuparán, ¿verdad?.......Pues aquí, en la UPV, el edificio de la prevención de riesgos y de la vigilancia de la salud se ha “construido” (ejemplo gráfico) … a base de dejar un montón de ladrillos y sacos de cemento que se colocarían ellos solos, “sin saber si la cantidad es la correcta, ni planos ni ná” ... pues lamentablemente es lo que viene ocurriendo desde hace 25 años, en los que no hay planos, ni estrategia, ni liderazgo directivo en materia de prevención de riesgos laborales y vigilancia de la salud.

La parrafada anterior es muy gráfica, pero es lo que nos parece, a tenor de los resultados y la confrontación permanente, que siempre versa sobre lo mismo, y los funcionarios públicos que gobiernan y dirigen la cuestión de la prevención y la salud en la UPV: que no quieren encender la luz en la habitación para que no se vea lo que hay dentro. Es lo que pensamos, y de ello estamos convencidos.

También queremos dejar claro que no vamos a asumir, ni a consentir, ni a tolerar maniobra corporativa (ya un clásico de la casa) de querer desviar la responsabilidad de mandos y directivos hacia los subordinados, como chivos expiatorios. No, no les va a servir para eludir su responsabilidad, sólo les va a valer para quedar todavía más en evidencia.

No hay cabida para el capricho ni el libre albedrío en el cumplimiento de las obligaciones legales: los funcionarios, aquellos que voluntariamente se han presentado a ejercer labores de mando, dirección, y toma de decisión, sobre los que recae la responsabilidad de hacer que en la UPV se cumplan, desde el primero hasta el último, los reales decretos relacionados con la prevención de riesgos laborales y de vigilancia de la salud, deben proveer, dotar y estructurar los recursos que sean necesarios para un adecuado cumplimiento de sus exigencias reglamentarias. Estos mandos, como mínimo, deberían elevar solicitud formal y oficial dónde sea menester para requerir los recursos que sean precisos (pudiendo demostrar que lo han hecho, claro está). ¿Qué mínimo que esto?.... Sras. y Sres., ¡que se han puesto ustedes ahí voluntariamente… que nadie les ha obligado a ser “Jefes” ni directivos !.

Como Organización Sindical consideramos que es sobre estos mandos en activo, sobre los que recae esta ineludible labor y responsabilidad, y atribuimos un evidente y trazable nexo entre responsabilidad inherente al cargo y su correspondiente deber de acción.

No comprendemos ni asumimos la eternización de la situación actual. Da la sensación de que un colectivo (que no es de uno, ni de dos, ni de tres) de personas con capacidad para tomar decisiones lleva sostenidamente sin mirar en la dirección a la que hay que hacerlo durante lustros. No sirve empezar a actuar hace dos años, en los que la UPV ha mostrado más proactividad y transparencia -y hay que reconocer que ello se debe al empeño personal de la Vicerrectora de los Campus y Sostenibilidad, las cosas como son- pero lamentablemente, ni tan siquiera estos últimos dos años, se viene actuando con la suficiente intensidad ni con la precisión ni con la decisión que se requeriría. Parece que se quiere evitar a toda costa abordar con rigor esta cuestión. Nos preguntamos: ¿cuál es el temor? ¿A qué se tiene miedo?.

Haciendo un pequeño ejercicio mental parece que de lo que se tiene miedo es de cumplir con la legislación con rigor y exhaustividad, cuando de lo que deberían tener miedo, los que se han subido al podio del mando a tomar decisiones, es a las consecuencias que se derivan de su incumplimiento, tanto las posibles consecuencias para ellos, como – esto debería estar ante todo lo demás - para la salud de las personas que trabajan en la UPV.

Obsérvese que el elemento diferencial y crítico, en contraposición a otras cuestiones a las que se da mucha importancia en la UPV -sin pretender menoscabarlas en absoluto, pero es imposible no hacer comparaciones, siquiera inconscientemente- es la exigencia legal y el nivel responsabilidad civil o penal exigible, amén del derecho fundamental a la salud que se aspira proteger (de nuevo: esto antes que nada). Os proponemos unos ejemplos que comprenderéis muy fácilmente:

* Echad un vistazo a la cantidad de parkings para vehículos privados, los nuestros… es comodísimo todo, no lo podemos negar, pero costaron y cuestan mucho dinero público; también tenemos “un pedazo de” frontón y de velódromo impresionantes y magníficos… a ver, sí, por supuesto, todo está muy bien, es un privilegio tener acceso a ello, no nos malinterpretéis, porque de lo que tratamos es simplemente de facilitar la comprensión del siguiente ejemplo: la realidad es que ningún Real Decreto ha obligado legalmente a la UPV a tener parkings o frontones, y la decisión de tener esas instalaciones y no otras - el dinero es finito-, las han tomado funcionarios públicos con rangos al menos, de Jefe de Servicio hacia arriba: o sea, básicamente “Edificio Rectorado”. Evidentemente es prerrogativa de los gobernantes de la UPV decidir a donde se destinan los recursos, de acuerdo, pero nosotros nos realizamos algunas pocas preguntas (cabrían más): ¿cuál es realmente el nivel de equipamiento de protección frente a los riesgos en las instalaciones de la UPV? ¿es el adecuado? ¿cómo se sabe si es el adecuado o es inadecuado? Realizarse estas preguntas en el año 2000 era lógico, pero tener que realizarlas, y tener que redactar correos de difusión como éste en el año 2020, es INACEPTABLE. Citamos instalaciones, por hablar de algo, pero podríamos citar probables incumplimientos de la normativa aplicable a la vigilancia de la salud, seguridad de máquinas o equipos de trabajo, uso y almacenamiento de productos químicos, etcétera.

* Otro caso paradigmático es el proyecto Hyperloop, que “es estratégico” para la UPV. Aunque pensamos que sólo será para la web de la UPV, cara a la galería y a los medios de comunicación, y no otra cosa. Porque es tan, tan importante, que han tenido a esas y esos jóvenes, verdaderos activos profesionales de esta sociedad, ocupando como laboratorio y zona de trabajo una parte del edificio “Cafetería La Malvarrosa”. Pasen, pasen y vean…. Edificio que era tan imprescindible construir, ya bien entrado el siglo XXI, que a los dos o tres años se cerró la concesión de la cafetería y ahí se quedó el elemento (mejorar las infraestructuras y equipamiento de seguridad de laboratorios y naves NO, construir otro edificio MÁS a ser destinado como cafetería, cerrarlo después, y dejarlo muerto de asco, SÍ). Decisión que adoptaron los directivos de la UPV con dinero público, dado que entendemos que dicho gasto no se efectúo con dinero privado donado por un mecenas.
Pues estos son ejemplos reales de prioridades en la toma de decisión por la gobernanza de la UPV, contados con bastante folclore y causticidad. Decisiones que no toma un ente abstracto o una inteligencia artificial, sino las mismas personas que deciden durante consecutivamente 25 años no optar claramente por la salud de las personas que trabajan en la UPV.

El modelo preventivo por el que ha optado la UPV ha de cambiar drásticamente, debiendo pasar a convertirse en punto de confluencia y colaboración entre personal de la UPV, representantes sindicales, y gobierno y mandos de la UPV, o persistirá la situación de contienda permanente e ininterrumpidamente, inevitablemente en modo de escalada. No queremos esto. Queremos evitar la confrontación, pero queremos un cambio urgente, de verdad, drástico, no postureos, ni la designación de “comisarios políticos” destinados a hacer “control de daños” porque la doctrina de la dirección es que “en la UPV no se hace nada mal”.

La Sección Sindical de CCOO de la UPV está dispuesta a convertir este eje de acción, la prevención de riesgos laborales y la vigilancia de la salud vinculada a los mismos, en uno de sus ejes de acción prioritarios con relación a la defensa de los derechos de las y los trabajadores de la UPV. Y esto va a ser llevado a cabo ininterrumpidamente, con el apoyo del personal de la UPV, sea cual sea su filiación sindical, esté o no esté afiliado, contando con el apoyo del gabinete de salud laboral de CCOO del PV, y por supuesto, con el de las secciones sindicales de la UPV que compartan esta misma visión.

Recordamos al Excelentísimo Rector D. Francisco Mora, de manera muy directa, prácticamente literal, las palabras que pronunció en una Junta de Gobierno hace un par de años: “para la cuestión de los riesgos laborales, todo lo que haga falta”.

Por favor, Sr. Mora, adopte de una vez verdaderas decisiones y no sigan dando rodeos a la cuestión. ¡Por favor, hágalo! con la salud de las personas a su cargo no se juega.

 


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